PERTINENCIA DE LAS BASES SOCIALES DE LA MEMORIA EN LA RECUPERACIÓN DE ALGUNOS TRASTORNOS AMNÉSICOS.




PERTINENCIA DE LAS BASES SOCIALES DE LA MEMORIA EN LA RECUPERACIÓN DE ALGUNOS TRASTORNOS AMNÉSICOS.



VICENTE A. HUICI  PhD



1.- Fundamentos anatómico-fisiológicos  de la memoria individual.

Como señala  el profesor Berrios (2003), actualmente se reconoce la existencia de múltiples sistemas de memoria en el ser humano, toda vez que la  práctica  y las investigaciones médico-quirúrgicas así como las nuevas técnicas de diagnóstico (como la  TEP o la RMf) han permitido conocer mejor las bases  anatómico-funcionales de los procesos mnésicos.

Por otro lado, la disociación   desarrollada por  L. R. Squire y sus colaboradores (2002), entre memoria implícita o no declarativa y memoria explícita o declarativa es  en la actualidad la que goza de más soporte neurocientífico. Ambas modalidades de memoria se ubican, así mismo, en el ámbito de una memoria a largo plazo que supone un recuerdo permanente.

La memoria implícita  no es consciente y se refiere fundamentalmente al aprendizaje  motor en el que el cerebelo desempeña un papel primordial, y, así mismo, a las respuestas emocionales  condicionadas por la amígdala.

La memoria explícita es consciente y puede diferenciarse en memoria semántica y memoria episódica.

La memoria semántica  se refiere al  conocimiento de hechos externos y conceptos  que no están vinculados particularmente a ningún tiempo ni a ningún espacio. En conjunto la base neuronal de esta memoria está situada en  el lóbulo temporal medial del cerebro.

La memoria episódica tiene una componente autobiográfica y, por lo tanto, es una compilación explícita de acontecimientos  con un marco espacio-temporal  determinado y personal. Al parecer, más allá de los hipocampos, la memoria episódica está vinculada a la actividad de los lóbulos frontales, y particularmente al lóbulo frontal izquierdo en la fase de evocación.

Además de esta memoria a largo plazo, la investigación ha descubierto, así mismo, una memoria a corto plazo o memoria de trabajo. La memoria  de trabajo  aparece vinculada a las funciones ejecutivas, ubicándose anatómicamente en  la corteza  prefrontal y particularmente en el área 46 de Brodmann.

En cualquier caso, de las bases anatómicas y funcionales de la memoria individual lo más relevante es que, en los diferentes tipos de memoria señalados, se suele producir un automatismo inconsciente en la recuperación del recuerdo ya que  como señala Hubel, “si determinadas combinaciones de estímulos se repiten, pueden intensificar una ruta posible entre las muchas de una estructura neural” (VV. AA,  1979, p. 19).

Habría así, si se acepta esta perspectiva, una manera de recordar predominante que en gran medida estaría condicionada por la activación de los mismos específicos  circuitos neuronales. Pues en efecto, “una sinapsis que se usa repetidamente se hace más eficaz. Y esto es probablemente la memoria, es decir, un cambio físico, entre neuronas que puede ser permanente y que puede ser activado, evocado y, por tanto, rememorado “(Mora, 2009, p. 215).








Por otro lado, el cerebro, sobre  todo en la memoria explícita episódica tiende a operar económicamente relegando muchos aspectos  e incorporando procesos de abstracción pues “la capacidad de abstraer fue una etapa crítica en la adquisición eficiente del conocimiento y probablemente vino de alguna manera impuesta al cerebro por las limitaciones de su sistema de memoria, ya que este nuevo mecanismo desecha la necesidad de recordar cada detalle” (Mora, 2009, p. 125).

Nos encontraríamos, así, desde una perspectiva neuropsicológica, con un régimen de memoria episódica simplificado en  relación a las funciones ejecutivas o necesidades imperiosas, así como reiterativo y autoalimentado neuronalmente.

En cualquier caso, la plasticidad del cerebro, permite apuntar que  “aunque el desarrollo básico del  sistema nervioso está  controlado genéticamente, la estimulación sensorial interviene afinando detalles. Además, incluso los circuitos neurales de un encéfalo completamente maduro pueden ser modificados por las experiencias” (Carlson, 2007, p. 99). Por lo tanto, es razonable suponer que los circuitos de la memoria también pueden ser modificados.

Algo de todo esto ya atisbó Henri Bergson, a pesar de no disponer de grandes conocimientos anatómicos ni fisiológicos.



2.- De la memoria individual  a  las  bases sociales de la memoria.

La mención a Bergson nos pone sobre la pista del paso de la consideración de la memoria individual a las bases sociales de la memoria.

En efecto, Henri Bergson había elaborado una teoría sobre la memoria que puso de manifiesto en su Matière et mémoire, obra publicada en primera instancia en 1896 y reeditada con algunas modificaciones en 1911.

En dicha obra, Bergson analizó la formación y operatividad de la memoria individual basándose en los supuestos explicitados en su tesis doctoral  que, titulada Essai  sur les donnés immédiates de la conscience (1889), había causado un gran revuelo entre la intelectualidad  francesa y anglosajona.

En el Essai,  Bergson había introducido una original concepción del tiempo y el espacio que iba a condicionar toda su obra posterior y, particularmente su concepción acerca de la memoria. Así, para  el filósofo francés, los seres humanos dan cuenta de dos realidades de orden muy diferente. 

Una de ellas  tiene un carácter heterogéneo y sensible: es la realidad de la  duración  [durée]. La duración  es  " la forma que toma la sucesión de nuestros estados de conciencia cuando nuestro yo se deja vivir, cuando se abstiene de establecer una separación entre el estado presente y los estados anteriores " (Bergson, 1991, p. 67). La otra realidad es homogénea y resulta ser el espacio. Esta última realidad está concebida por la inteligencia humana y mueve a realizar  distinciones estrictas, a contar, a abstraer, " a vivir en común y a hablar"(Bergson, 1991, p. 91).

De la comparación de estas dos realidades nace una representación simbólica de la duración  inspirada en  el espacio, y la duración  toma así la forma ilusoria de un medio homogéneo que es lo que habitualmente se entiende por tiempo, el tiempo del reloj. Así, el tiempo no es, para Bergson, sino  la proyección de la duración  en el espacio: expresando la duración  en extensión, la sucesión toma la forma de una línea continua o de una cadena  cuyas partes se tocan sin penetrarse.

Sin profundizar más en estas claves del pensamiento bergsoniano,  la teoría de la memoria que de ellas se deriva  y que está explícita en  Matière et mémoire, sitúa, siempre dentro del ámbito de la memoria individual, una memoria pura  y una memoria-hábito.

La memoria pura  se corresponde a la duración y la memoria-hábito al espacio y al tiempo, según las caracterizaciones señaladas. La memoria-hábito  viene a ser como la punta de un cono que está en contacto con un plano que sería el presente, siendo el cono la memoria pura. Por medio de esta disposición, la memoria-hábito tomaría de la memoria pura los recuerdos operativos para el presente, adecuándolos convenientemente: " De las dos  memorias que hemos distinguido, la segunda, que es activa o motriz, deberá  por lo tanto inhibir constantemente a la primera, o al menos no aceptar de aquella sino lo que  ilumina útilmente la situación presente " (Bergson, 1991, p. 230). Se podría ver aquí una primer teorización de la distinción entre la memoria  implícita y la memoria explícita, correspondiendo la primera a la memoria pura y la segunda a la memoria-hábito.

En cualquier caso, de la teoría de la memoria de Bergson es importante retener dos aspectos. El primero es la vinculación establecida entre  la memoria pura individual y la duración y la memoria-hábito individual y el espacio-tiempo abstractos que remiten a lo social. El segundo aspecto es la dimensión dinamizadora de la memoria-hábito  frente a la memoria pura: en sociedad, o sea, en el tiempo y en el espacio, sólo se actualizarían del conjunto de recuerdos ubicados en  la memoria pura  aquellos que fueran útiles para el presente, los que configurarían, precisamente, la memoria-hábito.





3.- Las  bases sociales de la memoria.

El sociólogo Maurice Halbwachs (1877-1945), matizó posteriormente las teorías de Henri Bergson (Huici, 2007). Así  lo que le resultó, en primer lugar, inadmisible fue la existencia de una memoria pura  individual, algo por entonces empíricamente  inaccesible  y  apriorísticamente inaceptable (pero algo que hoy podemos admitir  desde la utilización de las nuevas tecnologías de  la neuroimagen.)

Para Halbwachs, en cualquier caso, lo que denominamos memoria tiene siempre un carácter social ya que " cualquier recuerdo, aunque sea muy personal, existe en relación con un conjunto de nociones que nos dominan más que otras, con personas, grupos, lugares, fechas, palabras y formas de lenguaje, incluso con  razonamientos e ideas, es decir, con la vida material y moral de las sociedades de las que  hemos formado parte " (Halbwachs, 1994, p. 38). No hay pues, para Halbwachs,  dos memorias sino una y  esta resulta de una articulación social.

Sin embargo la dimensión dinamizadora que Bergson atribuye a la memoria-hábito  le pareció a Halbwachs   de gran interés. En efecto no suponiendo sino la existencia de una sola memoria  y  señalando su génesis social, Halbwachs encontró  en la operatividad de la memoria-hábito  una formalización muy útil  para explicar la motivación en la reaparición de  los acontecimientos del pasado. Así, aceptó que la  razón de la emergencia de los recuerdos " no reside en ellos mismos, sino en  la relación que tienen con las ideas y percepciones del presente " (Halbwachs, 1994, p. 141-2), es decir en la necesidades imperiosas o  ejecutivas, algo posteriormente confirmado por sucesivas investigaciones (Schacter, 1999)

Como puede observarse la teoría de la memoria individual de Halbwachs  acentúa, como era previsible,  su dimensión social y, por ello,  en la segunda parte de  su obra Les Cadres Sociaux de la Mémoire se hace una exposición de  los ámbitos sociales en los que dicha memoria individual se halla implicada, ya que los marcos sociales de la memoria son también los marcos  de la memoria individual.

 Para Halbwachs los ámbitos sociales más relevantes implicados en la construcción  de la memoria son la familia, la religión y la clase social. Así, según Halbwachs,  los individuos articulan su memoria en función de su pertenencia a una familia, una religión o una clase social determinada.

En cuanto a la familia, el marco social  se ordena  según un criterio genealógico que permite la reconstrucción de una memoria familiar en la que  está incluido el individuo. El medio mnemotécnico fundamental que utiliza la familia es el nombre de pila que , por un lado, reenvía al individuo aludido, en su frecuente repetición, a la trama genealógica y , por otro lado, instala la imagen de una persona particular: " Cuando pienso, por ejemplo, en el nombre de mi hermano, uso un signo material que , por sí mismo, es significativo. El signo material en tanto que tal juega un papel accesorio: lo esencial es que mi pensamiento concuerda entonces con los que, en el espíritu de mis padres,  representan a mi hermano: el nombre  no es sino el símbolo de esta concordancia. Es decir que mi pensamiento es entonces singularmente rico y  complejo, ya que es el pensamiento de un grupo en cuyas  dimensiones, por un momento, se prolonga mi conciencia"(Halbwachs, 1994, p. 165-66).

La religión, por su parte, ordena el marco colectivo de la memoria  según  un  dogma o conjunto de dogmas que le permiten diferenciarse claramente de  otras religiones,  de otras memorias colectivas no religiosas, e, incluso de la  memoria racional dogmática y de la tradición de la  memoria mística.  El dogma unifica así una serie de pensamientos  que no están tanto ligados al recuerdo cuanto  al reconocimiento de una  razón generadora de un sistema de memoria: " El dogma  resulta de la superposición y fusión  de una serie de capas sucesivas de pensamientos colectivos; el pensamiento teológico construye  el edificio de las verdades religiosas  sobre numerosos planos que se esfuerza en   hacer concordar" (Halbwachs, 1994, p. 219).

Respecto a la clase social, Halbwachs  afirma que, en principio, en cada sociedad la clase dominante  genera una memoria colectiva que constituye el soporte de la memoria colectiva de toda la sociedad. Halbwachs estudia  particularmente  el caso de la nobleza ya que le sirve para observar  los cambios que se produjeron con la irrupción de las clases burguesas. Para Halbwachs la división del trabajo que  implicó el advenimiento de  la burguesía generó la configuración de diversas memorias colectivas de difícil coordinación.

La investigación de los elementos que, en los diversos ámbitos sociales, permiten  la construcción de la memoria, tanto individual como colectiva, abocó a Halbwachs a establecer la existencia de  unos marcos sociales de la memoria  [cadres sociaux de la mèmoire].

Según Halbwachs, dichos marcos pueden ser específicos, como los ya  explicitados en relación a  la familia, la religión o las clases sociales, pero hay otros, de carácter más general, que son el espacio, el tiempo y el lenguaje.

Es decir que, cuando se recuerda, se recuerda por medio de las claves específicas que se corresponden a los grupos  en los que o sobre los que se esté recordando, pero también  por medio de  la aceptación  implícita de marcos más amplios que prescriben determinadas configuraciones básicas  sobre el espacio, el tiempo y el lenguaje. Recordar implica, así también,  asumir una determinada representación de la temporalidad, la espacialidad y  el lenguaje.

En realidad  casi toda la primera parte de Les cadres  está dedicada  al estudio de estos marcos sociales de la memoria de carácter general, pero también se pueden encontrar interesantes reflexiones acerca de ellos tanto en La topographie como en La mémoire collective.

Para Halbwachs el lenguaje es " el marco  a la vez más elemental y más estable de la memoria " (Halbwachs, 1994, p. 64). Y  esto es así hasta tal punto que podría decirse que la memoria en general depende de él. Esta dependencia de la memoria  respecto del lenguaje constituye, además, la prueba manifiesta de que se recuerda por medio de constructos sociales, pues el lenguaje no se puede concebir sino en el seno de una sociedad, tal como ya señaló Aristóteles en su momento (1986, p.43)

Por su parte, el espacio y el tiempo, entendidos como cuadros sociales de la memoria,  sitúan los recuerdos distinguiéndolos de las imágenes de los sueños que, según Halbwachs, carecen de toda referencia espacio-temporal. La importancia de dichos cuadros se pone de manifiesto cuando se comprueba que  algunos recuerdos de carácter afectivo que parecían jugar un papel  definitivo en la rememorización " no adquirían todo su valor más que en el curso  de una serie de reflexiones que se apoyaban en puntos de referencia colectivos (en el espacio o en el tiempo)" (Halbwachs, 1994, p 126).

Para Halbwachs, además, se da una preeminencia del marco social espacial  sobre el cuadro social temporal  en el proceso de rememoración, ya que  el espacio " en razón de su estabilidad, nos da la ilusión de no cambiar en absoluto a través del tiempo" y " poder durar sin envejecer ni perder ninguna de sus partes " (Halbwachs, 1968, p. 166-7).

El marco social espacial permite además  articular y ordenar la rememoración por medio de una realidad  no-discursiva que facilita en gran medida su simbolización.

En cualquier caso, tanto los marcos sociales generales como los específicos son para Halbwachs constructos sociales que  no son estrictamente ni conceptos ni imágenes. Son nociones. Es decir combinaciones de conceptos  o ideas e imágenes, o si se quiere, representaciones en las que interviene una parte sensible y otra más o menos abstracta.

Esta dimensión de los marcos sociales de la memoria  es fácilmente perceptible cuando se trata de marcos de carácter específico  - en la familia, por ejemplo, el padre   representa la imagen de un padre específico y también la figura ideal o conceptual del < padre> pero no ocurre así con los cuadros generales.

Así se puede explicar la  propensión a confundir el lenguaje con el lenguaje articulado y éste con el discurso lógico-conceptual , a pesar de que en la rememoración   la dimensión significante del lenguaje posee enormes virtualidades y de que , como demuestra Halbwachs en el caso de la memoria de los músicos , un lenguaje no-discursivo puede perfectamente operar como marco social de la memoria: " [ los músicos ] necesitan tener ante los ojos unas hojas de papel en las que todos los signos y su sucesión se encuentran materialmente fijados. Hay una parte de sus recuerdos que sólo se conserva bajo esta forma, es decir, fuera de ellos, en la sociedad de aquéllos  que, como ellos, se interesan exclusivamente por la música " (Halbwachs, 1992, p. 59).

 De aquí también  la tendencia a confundir, por ejemplo, los  marcos sociales del tiempo y el espacio con el tiempo y el espacio abstractos o matemáticos, que son  meramente conceptuales. Y también, y particularmente, la inclinación a homologar el marco social temporal con el tiempo histórico, cuando este último, en realidad " se desarrolla en una duración artificial que no tiene realidad alguna para ninguno de los grupos de los que se toman los acontecimientos " (Halbwachs, 1968, p. 103).

A la luz de los conocimientos neurocientíficos, podemos hoy confirmar varias de  las matizaciones de Halbwachs y atribuirlas a diferentes niveles del funcionamiento cerebral. Así la figura de la noción, que recoge una parte sensible y otra más o menos abstracta se correspondería a representaciones de hemisferios cerebrales diferentes.

Por otro lado, en la ya citada obra póstuma - La mémoire collective - se recogen una serie de trabajos y  works in process entre los que destacan los dedicados a la cuestión de las relaciones entre la Historia y la Memoria Colectiva.

Para Halbwachs Historia y Memoria Colectiva son dos registros del pasado que si se enfrentan  se suelen oponer a veces radicalmente en función de su condición. Así, afirmar que  pueda existir algo como una memoria histórica  le parece una contraditio in terminis ya que  dicha expresión " asocia dos términos que se oponen desde todo  punto de vista " (Halbwachs, 1968, p. 68).

En realidad, afirma Halbwachs, habría que admitir que más bien la Historia, en tanto que registro  del pasado,  " no comienza sino donde termina la tradición, es decir, allí donde se extingue o se descompone la memoria social " (Halbwachs, 1968, p. 68).

Por ello intentar  vincular ambos registros le parece un cierto desatino, como también  se lo parece pretender que la Historia sustituya a la Memoria Colectiva cuando aquella no es sino un factor más de esta.

Para Halbwachs, Historia y Memoria Colectiva se distinguen claramente  al menos en dos sentidos.

Por un lado la Memoria Colectiva es " una corriente de pensamiento continuo, de una continuidad que no tienen nada de artificial, ya que no retiene del pasado sino lo que  todavía está vivo o es capaz de permanecer vivo en la  conciencia del grupo que la mantiene "  mientras que la Historia " se ubica  fuera de los grupos, por debajo o por encima de ellos" obedeciendo a " una necesidad didáctica de esquematización " (Halbwachs, 1968, p. 70-1).

Así " en el desarrollo continuo  de la memoria colectiva, no hay líneas de separación netamente trazadas como en la historia, sino más bien límites irregulares e inciertos ", de tal manera que " el presente  no se opone al pasado como se distinguen dos periodos históricos próximos "(Halbwachs, 1968, p. 73).

Pero, además, la existencia de diferentes grupos en el seno de las sociedades  da lugar a  diversas Memorias colectivas, mientras que la Historia pretende presentarse como la memoria universal del género humano, o, al menos, como la memoria de una parte del género humano, frecuentemente parcelado en Estados o Naciones. Así, frente al carácter universal espacio-temporal de la Historia, " cada  memoria colectiva se asienta sobre un grupo limitado en el espacio y en el tiempo"(Halbwachs, 1968, p. 75). 

Confundir ambos registros y  no delimitar las pretensiones  genera un cierto desprecio por parte de  grupos sociales determinados respecto de la Historia y, por otro lado,  alimenta la incomprensión de la Historia  ante algunos episodios  que pueden resultar sorprendentes sin el concurso de la Memoria Colectiva.

También en este aspecto resultan muy sugerentes las aportaciones de Halbwachs, pues, la Historia, con su contenido analítico y secuencial satisfaría  la dinámica del hemisferio cerebral izquierdo de los individuos, mientras que la denominada Memoria Colectiva, más sintética y global, devendría un producto del hemisferio cerebral derecho con implicaciones emocionales del sistema diencefálico-límbico.

No podemos, sin embargo, abandonar esta sección sin rememorar algunas aportaciones de Freud a los temas que se han tratado, aportaciones durante mucho tiempo despreciadas por la medicina  y la psicología empírica y recientemente reivindicadas  por algunos autores como el Premio Nobel  E. R.Kandel  que  llega a decir en su obra mayor que  “ what particulary fascinated me, because of my interest in the biology of memory, was the possibility  that psychotherapy, wich presumably works in part by creating an environment in wich people  learn to change, produces structural changes in the brain and that one might now be in a position to evaluate those changes directly”( 2006, p. 367 )

En efecto, de las teorías de Bergson y Halbwachs se deduce claramente que  la dinámica de la memoria implica una selección de recuerdos en función de los intereses de la actualidad, es decir que sólo se rememora aquello que es útil para el presente.

Sin embargo poco o nada se dice acerca de dicha utilidad y tampoco en relación al procedimiento de selección de los recuerdos.

Freud, por su parte, aun llegando a la cuestión de la memoria por otro camino, vincula  la mencionada utilidad así como el procedimiento de  selección rememorativa a una actuación de lo que en su tópica se denomina  el yo y que reprime  todo aquello que le puede incomodar o que no es útil para sus intereses inmediatos. Lo cual, y esta es la gran aportación freudiana, no quiere decir que desaparezca, pues aun no siendo evidente a un nivel consciente, permanece en el denominado inconsciente: “la esencia del proceso de la represión no consiste en suprimir y destruir una idea que representa al instinto, sino en impedirle hacerse consciente” (Freud, 1972, p.2061) Habría así  recuerdos reprimidos que no encajan  con  la representación que el yo desea hacer de sí mismo.

Como es sabido, para Freud, esta represión es uno de los elementos patogénicos de las neurosis.

Y si se aceptaran las tesis de Jung sobre el inconsciente colectivo, se podría también hablar de neurosis colectiva  ocasionada, entre otras razones, por  una represión social de determinados recuerdos colectivos.

Entre estos recuerdos colectivos habría que ubicar  los “las imágenes primordiales que pudieran llamárseles también arquetipos” y que “son los pensamientos más antiguos, generales y profundos de la humanidad” (Jung, 2009, p.102); si bien es cierto que, desde una lectura más  actual, matizada por la  etnosociología, tales arquetipos lo serían no tanto de la humanidad en general, como de una sociedad determinada, o si acaso, de una civilización.

 Como afirmó Hering, “tenemos numerosas pruebas de que las características de un organismo pueden transmitirse a su progenie sin que el organismo las herede, sino que son adquiridas debido a las circunstancias especiales en las que vive. …Un ser organizado, por tanto, representa  ante nosotros un producto de la memoria inconsciente de la materia organizada” (Hering, 1870, in Berrios, 2003, p. 8)

En cualquier caso,  y como bien apunta el mismo Berrios, el psicoanálisis convierte “los problemas de memoria en problemas de olvido selectivo” (2003, p. 12), es decir, en trastornos mnésicos.



4.- Los trastornos mnésicos.

Tras esta revisión de las principales  investigaciones sobre las relaciones entre la memoria individual y las  bases sociales de la memoria, es ahora necesario hablar de los trastornos mnésicos, ya que será a partir de algunos de ellos como acaso se podrá esbozar la pertinencia de la  consideración de las bases sociales de la memoria desde la perspectiva neuropsicológica.

Conviene recordar, antes de nada, que los principales trastornos de la memoria  son la amnesia, la hipermnesia, la dismnesia y la paramnesia.

 La amnesia es un trastorno cognitivo que afecta selectivamente a la memoria. Por lo general  se distingue entre amnesia anterógradaamnesia retrógrada.

La amnesia anterógrada supone la incapacidad de adquirir nueva información, mientras que la amnesia retrógrada afecta a la capacidad de evocación de  la información previa  al inicio de la enfermedad.

Las causas por las que se pueden producir episodios amnésicos son variadas, pero se distingue entre las debidas a un accidente vascular cerebral (ACV),  la encefalitis herpética, los tumores cerebrales, los traumatismos  cráneo- encefálicos (TCE) o la enfermedades de Alzheimer y  el síndrome de Korsakoff (SK). Además, hay algunas patologías  que también pueden generar episodios amnésicos como la epilepsia, la esquizofrenia o el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), sin que sea descartable el efecto secundario del uso de determinados fármacos en pacientes psiquiátricos, como por ejemplo, los neurolépticos o anti-sicóticos.

En cuanto a la hipermnesia,  se trata  de un trastorno  que se caracteriza por una exacerbación y agudeza, particularmente vivaces, de la memoria. Las causas de la hipermnesia son variadas, pero puede destacarse su aparición en algunas situaciones de riesgo así como  en presencia de enfermedades psiquiátricas  de modalidad  maníaca. También puede ser inducida por sustancias estimulantes como las anfetaminas.

La dismnesia  es un trastorno cualitativo disminuyente de la memoria, que se manifiesta en la dificultad específica para fijar, asociar o evocar información, generándose un olvido de nombres, fechas, rostros, u otros contenidos relativos a la vida cotidiana.

La paramnesia  o   fenómeno del  déjà vu - < ya visto>- es un trastorno en el que  se experimenta   la sensación de que se ha sido testigo o se ha vivido previamente una situación nueva.  Dicha sensación suele ir acompañada por una convincente implicación de familiaridad y también por un sentimiento  de «sobrecogimiento», «extrañeza» o «rareza».



5.- los trastornos amnésicos y su rehabilitación: la importancia de las bases sociales de la memoria.

En todo caso, y dadas las limitaciones de este trabajo, se tomará como referencia  para este ensayo, el trastorno amnésico. Específicamente, se interesará   en el aspecto de la recuperación del trastorno amnésico (Ellis y Young,  1992, p. 272), ya que  está más vinculado a la situación psico-social.

Como se ha indicado anteriormente, en el trastorno amnésico se puede distinguir entre la amnesia anterógrada  que supone la incapacidad de adquirir nueva información,  y la amnesia retrógrada  que afecta a la capacidad de evocación de  la información previa  al inicio de la enfermedad.

Dado que los trastornos mnésicos puede producirse por causas muy diversas, se limitará esta aportación a  los casos de daño cerebral sobrevenido  y a las demencias.

En cuanto al daño cerebral sobrevenido, bien por TCE o ACV, una de las estrategias de  facilitación del funcionamiento mnésico es la utilización de las habilidades mnésicas residuales.

Para favorecer, por ejemplo, la recuperación de la memoria episódica, resulta de singular importancia intentar reconstruir el contexto espacio-temporal de determinados acontecimientos, lo que conlleva  un acto narrativo (récit), base, según Pierre Janet (1928, p. 245), de la rememoración.  En dicha reconstrucción cobran gran importancia lo que hemos denominado  bases sociales de la memoria, y entre ellas todo lo relacionado con el lenguaje. Así una doble táctica que reconstruya episodios  de la vida del paciente en el tiempo y los ubique en escenarios específicos   junto con  la  emisión, por parte de familiares y amigos, de un relato sobre los mismos puede ser de gran ayuda.

 De igual manera, el entrenamiento en tareas de dominio específico- otra de las estrategias de recuperación mnésica-  puede encontrar un gran apoyo  en la evocación de la memoria episódica, a  cuya rehabilitación  contribuye, como se acaba de apuntar la presencia de elementos de las bases sociales de la memoria. Muñoz y Tirapu se hacen eco de la importancia de la contextualización en la rehabilitación de la memoria en el entrenamiento en tareas de dominio específico  ya que favorece “que el paciente codifique no sólo el acontecimiento sino el contexto en el que se produce” (2008, p. 111).

Pues, en efecto, y como señala  el profesor Berrios, la patología de algunos pacientes no reside tan sólo en “el almacenamiento o la recuperación de sus < imágenes  originales>, sino en que carecen de <marco social> o son incapaces de utilizar aquellos disponibles” (Berrios, 2003, 13), que permitan  reubicar los recuerdos según un orden temporal, una disposición espacial, una secuenciación adecuada, así como la conveniente jerarquización semántica.

En el caso de las demencias, diferente en su etiología al  proceder los trastornos mnésicos de   desregulaciones  degenerativas  irreversibles (ALZ), , las terapias de orientación  a la realidad, se beneficiarán también de la restauración del contexto espacio- temporal de los enfermos acudiendo a elementos de la bases sociales de la memoria.

En estos casos el trabajo de los terapeutas deberá estar estrechamente coordinado con la actuación de parientes y amigos, con el fin de crear y mantener entornos cognitivos estimulantes para la rememoración. La utilización de programas de intervención en grupo, siempre que se empleen “con población sin daño cerebral evidente” puede ser también de singular interés ya que incrementan “el conocimiento de la memoria como proceso y la conciencia de los déficit” (Muñoz y Tirapu, 2008, p. 113).



6.- Conclusión: pertinencia de las bases sociales de la memoria en la intervención neuropsicológica de algunos trastornos amnésicos .

La eficacia  de la utilización de elementos de bases sociales de la memoria en la intervención dirigida a la recuperación de los déficits mnésicos ha sido puesta de manifiesto en numerosas ocasiones. Por ejemplo, Schacter señala que “varios estudios han demostrado que rememorar información visual relativa al escenario o contexto de un acontecimiento es lo decisivo para tener la experiencia de <recordar>” (1999, p.42).

El fundamento de dicha eficacia parece residir en la activación progresiva de una doble dinámica, neural y social.

Así, por un lado la memoria, en su registro individual, tendería a reconstituirse  según la implementación de los mismos circuitos neuronales estimulados, pues  “cualquiera que sea el tipo de <memoria> o recuerdo en el que pensemos, consiste, en esencia, en una asociación tal entre un grupo de neuronas que, cuando se dispara una, se disparan todas, creando un canon específico de actividad” (Carter, 1998, p.159).

Pero, por otro lado, la  reconstrucción de situaciones espacio-temporales, así  como  la utilización de relatos acerca de determinados acontecimientos, esto es la utilización de las bases sociales de la memoria, pueden proporcionar la posibilidad de que los circuitos neuronales dañados o alterados  se recuperen, retomen su actividad  y se abra la posibilidad de la rememoración.

En este punto, y para finalizar, no se puede dejar de citar que los recientes descubrimientos  acerca de las denominadas neuronas-espejo pueden suponer   un cambio de perspectiva singular en el  tratamiento neuropsicológico.

Como ya  se ha comentado en otro lugar (Huici, 2012) el descubrimiento de las neuronas espejo ( mirrow- neurons) por el equipo de Giacomo Rizzolatti, de la Universitá degli Studi di Parma (Rizzolatti -Craighero, 2004) ha  despertado grandes expectativas, al  comprobar la existencia de una variedad diferente de células cerebrales  que perciben la acción que otra persona está a punto de realizar e instantáneamente  preparan para imitar ese movimiento.

Esta dinámica neural, que estaría en la base de muchas conductas sociales- y que se podría estudiar desde una nueva disciplina: la neurosociología (Cacciopo , 2004- Mora, 2007) -  ha supuesto “un importante reto para nuestras convicciones filosóficas acerca de la importancia de la comprensión consciente de los actos humanos (Feito Grande, 2007), pues  habría una base neuronal para la explicación de determinados actos  que se llevarían a cabo en contextos sociales específicos  sin mayor intervención ejecutiva de los participantes

 Aunque  hasta el momento la investigación acerca del funcionamiento de las  neuronas-espejo se ha centrado en  aspectos  motores( Rizzolatti, 2006), no es descartable que  dichas células cerebrales puedan intervenir en   los procesos mnésicos, como apuntan algunas investigaciones llevadas a cabo en niños afectados de autismo (Feito Grande, 2007 ), lo cual  puede ser una pista  para el diseño de nuevas intervenciones neuropsicológicas a la hora de tratar los déficit mnésicos.



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 Citar como 
Huici, V. A. "Pertinencia de las base sociales de la memoria en la recuperación de algunos trastornos amnésicos".




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