EL LUGAR. UNA MATRIZ ESPACIAL ANÁLOGA DEL PENSAMIENTO TRADICIONAL CHINO Y LA REFLEXIÓN POST-METAFÍSICA EUROPEA.
EL LUGAR. UNA MATRIZ
ESPACIAL ANÁLOGA DEL PENSAMIENTO TRADICIONAL CHINO Y LA REFLEXIÓN POST-METAFÍSICA
EUROPEA. [2010]
Dr.
Vicente Huici Urmeneta
(UNED-Bergara/Seminario
Confucio Mintegia)
Maite Yuan nere alabari
1.- El espacio-tiempo en el
pensamiento tradicional chino.
A
diferencia de la concepción clásica
occidental que estableció desde el principio el espacio y el tiempo como entidades diferenciadas, en
el pensamiento chino tradicional lo espacio-temporal aparece como una
manifestación unívoca. Dicha manifestación unívoca se presenta, a juicio de
Jung, en un régimen de sincronicidad (1949/1988:25)
“que
en China jugaría el papel que en la ordenación de la experiencia juega en
Occidente el principio de causalidad “(Lizcano:
1992).
Así mismo la categorización occidental clásica del espacio y el tiempo se
ha presentado como una sucesión de teorías (de visiones en el sentido
etimológico griego), oscilando entre su remisión a conceptos (desde
Aristóteles), su consideración como aprioris de la sensibilidad (Kant) o
su postulación como nociones,
como en el caso de Maurice Halbwachs. (Huici,
2007).
En China, por el contrario, y siguiendo una reconocida disposición reflexiva, lo espacio-temporal se ha concebido desde una perspectiva estratégica
sin que, en ningún momento, se haya
abordado desde un punto de vista teórico o meramente contemplativo (Jullien,
1992/2002), pues en China siempre “se
dio una mentalidad mucho más práctica
que especulativa” (Gernet, 1993-4: 100).
2.- La ocasión y el lugar.
Consecuentemente, y como se ha
explicitado en otro lugar ( Huici, 2008), frente a la concepción temporal occidental,
articulada en la eternidad ( aión), el cronos y el kairós, el pensamiento chino
propugnó la temporalidad de la ocasión, propicia o no para la realización de
determinadas acciones.
Simultáneamente, esbozó, frente al espacio abstracto de la metafísica
o de la física occidental, una concepción
referida al lugar, o, mejor, a la disposición de los lugares,
también con un criterio cualitativo vinculado a su carácter propicio o no propicio.
Esta característica se manifestó en toda su plenitud en los textos taoístas y particularmente en Zhuangzi quien le hace decir, por ejemplo, a
su amigo Huizi, maestro e impenitente
interlocutor, que “ El sur , teniendo límite, no tiene límite “, señalando así
que “ toda medida cuantitativa y
toda distinción espacial son ilusorias,
carentes de realidad” ya que “ las establece artificialmente el hombre y no
tienen realidad por sí mismas” ( Cheng,1997/2002: 103-104).
3.- Caracterización del <<lugar>> como matriz espacial.
Continuando con la tradición hegeliana , que no veía en la ciencia china sino “
un conjunto de conocimientos de naturaleza empírica “ ( Hegel, 1830/1980: 247), Max Weber señaló
que en el amplio contexto de una “ racionalización del saber y de la
habilidad empíricos” , encaminada “ en
la dirección de una imagen mágica del
mundo “ ( Weber, 1920/1983: 394) fue “ incomparable el enorme desarrollo de
la práctica de la geomántica, del jang shu o fêng-shui ( viento y agua)”.
El estudio del fêng-shui , que suponía una reflexión sobre los lugares adecuados, determinaba, entre
otras cuestiones, la forma y el lugar de
emplazamiento de las construcciones, relacionando ambos aspectos con “todas las formas de montañas, colinas,
rocas, llanuras, árboles, hierbas y cauces de agua” (Weber, 1920/1983: 395) proponiendo emplazamientos favorables o
desfavorables para el desarrollo de determinadas actividades, tal y como la
teoría de la ocasión (shí ji)
especificaba momentos favorables o desfavorables para su realización.
Para Weber hubo una enorme resistencia a abandonar este tipo de
concepciones y si se llegó a hacerlo en algún momento, fue por motivos económicos de alto interés que
interferían en las tendencias geománticas. Pero, en cualquier caso, la
consecuencia teórica de dichas tendencias fue la ausencia de una abstracción lógica en relación a la cuestión
del espacio.
Así, el espacio, o, mejor, a la vista de lo dicho, los espacios, en China, siempre tuvieron – y
acaso todavía tienen (algo de)- un carácter cualitativo y no son susceptibles
de una comprensión meramente cuantitativa. Asimismo, y como señala Zhang Dainian (2002/2005: 77), la cualidad más importante de los espacios es
su “sentido original de hueco”,
reflejado en el ideograma xu
(虚)
que se dibuja como el hueco entre dos montañas.
Este carácter cualitativo del espacio, siempre entrevisto como lugares
específicos, ha sido resaltado posteriormente, más allá de interpretaciones
eurocéntricas, como una diferente disposición ideológico-cultural.
Ya Marcel Granet, en su célebre La pensée chinoise, señaló que en China “ nadie se ha interesado en considerar el
Espacio como una extensión resultante de
la yuxtaposición de elementos homogéneos, como una extensión en la que
todas sus partes fueran superponibles”
sino que más bien se ha preferido
ver en el espacio “ un complejo de dominios, de climas y de
orientes” ( Granet 1934/1988: 77)
Consecuentemente, “los Chinos
no tuvieron ninguna disposición para
concebir, como dos medios independientes y neutros, un Tiempo abstracto y un
Espacio abstracto” (Granet 1934/1988: 78). Y por todo ello “fang, la idea de orientación, de
lugar (favorable o no para un caso
particular” (Granet 1934/1988: 79) resulta fundamental.
El espacio, así concebido, se formalizaba en forma de cuadrado, y este
principio formal se aplicaba a la consideración tanto de los grandes espacios
como de los más pequeños. Dicha formalización en forma de cuadrado servía para
establecer “la determinación de los orientes y de los lugares [fang]”
(Granet 1934/1988: 81).
François Jullien ha destacado que esta
apreciación cualitativa del espacio
más allá de “afianzarse
inmediatamente en la vitalidad del mundo” permitió que los chinos
concibieran el espacio “como un perpetuo
dispositivo, el mismo que pone en acción la vitalidad original de la naturaleza”.
Además, y refiriéndose a su plasmación
geomántica, “la configuración
topográfica se constituye en un campo magnético (el mismo que explora el compás
del geomántico) cargado de una potencialidad, regular y funcional, que lo
organiza en redes y por donde circula la eficiencia” (Jullien 1992/2000:72-73).
Más recientemente, Emmánuel Lizcano
ha subrayado, en sus
conclusiones a Imaginario
colectivo y creación matemática, que
una de las matrices fundamentales del imaginario chino es “suponer un espacio simbólico marcado por la
oposición, en el que los lugares
significan; esto es, un espacio tenso” (1993: 266-7), a diferencia del espacio
extenso o como extensión delimitada que sería una matriz del imaginario griego.
4.- La emergencia del << lugar >> en Occidente: Husserl y Heidegger.
Curiosamente,
la dimensión cualitativa del espacio ha sido puesta de manifiesto en la
reflexión post-metafísica europea. Así, en efecto, dicha dimensión aparece como un aspecto
nuclear de la fenomenología de Husserl y se prolonga en la obra de Martin
Heidegger.
En
relación a Heidegger, como muy bien ha puesto de manifiesto Carlos Hugo Sierra,
puede incluso apuntarse cierta inspiración orientalista en el tratamiento de
esta cuestión, en el contexto de su aproximación al mundo oriental en su
vertiente japonesa bajo el influjo del taoísmo o del budismo- zen (Sierra,
2009:1)
En
cualquier caso, la cuestión de la espacialidad fue abordada por Heidegger en numerosos
escritos. Aparecía ya en Ser y Tiempo,
en los capítulos del análisis del mundo (1.1. III. C), y la orientación fenomenológica
inducía a apartar cualquier consideración sobre el espacio matemático o abstracto, resaltando la
importancia de los sitios. Así, el sitio era considerado como " el
determinado aquí
o allí
en que es pertinente un útil " y " el espacio es hecho
astillas por los sitios. El mundo circundante
no se dispone en un espacio previamente
dado, sino que su específica mundanidad
articula en su significatividad el plexo de conformidad de una correspondiente
totalidad de sitios señalados por el ver en torno " (Heidegger, 1927/1984: 117-9).
Es
más, para Heidegger, la formulación del espacio abstracto tenía como consecuencia
la neutralización de los sitios y de la especifidad experiencial de los
mismos : " El descubrimiento del
espacio emancipándose del ver en torno , para no hacer mas que
dirigir la vista, neutraliza los parajes del mundo circundante, convirtiéndolos
en las puras dimensiones. Los sitios y la totalidad de sitios orientada por
el ver
en torno, del útil a la mano, descienden al nivel de una
mera multiplicidad de lugares para cualesquiera cosas " (Heidegger,
1927/1984: 128).
El
interés por destacar la fenomenología espacial se mantuvo en los textos del denominado segundo Heidegger y buena prueba de ello son las consideraciones
que aparecen en su ensayo "
Construir, habitar, pensar".
En
dicho ensayo Heidegger afirmó que " lo espaciado es cada vez otorgado, y de este modo
ensamblado, es decir, coligado por medio de un lugar", de lo que se
manifiesta que " los espacios reciban su esencia desde lugares y no
desde el espacio " (Heidegger,
1952/1994: 136).
Confirmaba,
desde luego, Heidegger que el espacio, entendido como extensión, puede ser
sometido a un proceso de abstracción. Pero este espacio abstracto, el espacio
matemático que habitualmente recibe el nombre de el espacio, " no contiene espacios ni plazas. . . en él nunca
encontraremos lugares "(Heidegger, 1952/1994: 137).
Así
pues, queda claro que la intención de Heidegger fue mostrar los espacios frente al
espacio, afirmando la
posibilidad constitutiva abstracta de este último pero advirtiendo de sus
limitaciones. Como se pregunta en su ensayo " El arte y el espacio":
" ¿Puede valer el espacio forjado físico-técnicamente, cualquiera que sea
en adelante su ulterior determinación, como el único verdadero espacio? Comparados
con él todos los demás espacios disponibles - el espacio artístico, el espacio
del ir y venir cotidianos - ¿son sólo prefiguraciones y variaciones
condicionadas subjetivamente del único espacio cósmico objetivo?” (Heidegger,
1969/1983: 145) " .
5.- Correspondencias y diferencias: sociedad y conocimiento.
Para Granet, las concepciones
espacio-temporales chinas tradicionales únicamente pueden entenderse desde una
formación social de carácter feudal, y “tan sólo en la medida en que dicha sociedad ha permanecido como feudal, el
Espacio ha podido ser imaginado como una federación jerarquizada de extensiones
heterogéneas” pues “caracterizado por una suerte de diversidad coherente
nunca resulta ser el mismo en cualquier
lugar ni en cualquier momento (Granet 1934/1988: 84).
En el caso de la fenomenología, y más concretamente de Heidegger, la reivindicación teórica de los espacios o
de los sitios frente al espacio abstracto, podría ser considerada como formando
parte de un dispositivo conservador tal y como han puesto en evidencia Jeffrey Herft
(1990) y Pierre Bourdieu (1988).
Pues, en efecto, frente al modelo de espacio continuo y homogéneo propio
de la mentalidad igualitarista de la
burguesía, el movimiento conservador
anti-burgués, el modernismo reaccionario en palabras de
Herft, reivindicó el espacio heterogéneo y jerarquizado del Antiguo
Régimen sin ocultar su apología medievalizante e , incluso, opuso dicho espacio heterogéneo
al tiempo, con carácter general .
Así, en el contexto del pensamiento conservador, el concepto de historia
tendió a ser más espacial, esto es más referido
a los acontecimientos relativos a un
ámbito territorial determinado, que temporal, destacando, por lo tanto la
coexistencia y no la sucesión .Dicha característica era evidente, según Karl Mannheim,
en la obra del pensador alemán A.
Müller, que “acuñó la
contrapalabra conservadora conespacialidad en oposición a la
palabra de tinte democrático contemporaneidad” (1927-1953/ 1963:
126).
No obstante, y más allá de estas
correspondencias socio-ideológicas que, sin duda, pueden resultar bastante evidentes,
es también indudable que en el contexto de la crítica del pensamiento
burgués desde una perspectiva progresista, la reivindicación de un carácter
cualitativo del espacio permite modular una alternativa al cuantitativismo
contable, y ofrecer, así mismo la posibilidad de un pensamiento alternativo
(Huici, 2000).
Este pensamiento alternativo ha sido formalizado por ahora en Occidente
también de la mano de la literatura, a través de autores como, por ejemplo,
Peter Handke, que ha desarrollado algunas de las intuiciones heideggerianas
como han comentado Michele Cometa (1996)
y Vicente Huici (2000, 2001). Para
hacerse una idea de dicha formalización
bastaría con una lectura sosegada de la obra de Handke titulada Lento Regreso.
Pero, no obstante, la analogía en
la disposición del pensamiento podría ser un camino de mutua comprensión
y contraste entre el mundo oriental y occidental, en este caso entre China y Europa, ya que, como dice Anne Cheng, el
desafío (intelectual) que China tuvo en su momento con el budismo, lo tiene
ahora, en tanto que potencia emergente, con el pensamiento occidental (1997/2002:
39).
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[
in Sierra, C.- Hernando, S., Habitar la <<terra incognita>>
(Experiencias, miradas, pensamientos sobre Extremo Oriente), Ed.
Límite- La Ortiga núm. 102-104, Santander, 2010, pp. 217-222. [ ISBN:
978-84-88498-56-4]
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